abril 18, 2012

Los 4 comentadores más frecuentes (e irritantes) en Internet

Por Redacción

Navegando por la red encontramos un Top10 de un tema un tanto arisco pero real, de algunos tipos de personas que comentan en ella, lista de 10 generada por Pijamasurf, 10 comportamientos de los que elegimos los que nos parecen más molestos -cuatro por ser el tema central de las notas de la semana-.

Sin más preámbulos, la compartimos:

1. El megalómano criado por Hitler:

Quizá este comentarista sea el único del que es difícil reírse. Está tan orgulloso de sus prejuicios (¿o será que duda de ellos?) que se cree en el deber de propagarlos, una evangelización hecha a base de insultos y ofensas, hachazos hirientes con que cree abrir la mente de quienes lo leen. Por desgracia, sus comentarios pueden llegar a encontrar eco y ser recogidos por un congénere que profese las mismas ideas. Si una nota habla de la comunidad judía, de homosexualidad, de etnias indígenas, de minorías vulnerables, ahí estará él, ansioso de demostrar la impotente estrechez de miras con que quisiera dominar el mundo.

2. Los conspiranoicos: 

Si es difícil entrar al laberinto de las conspiraciones, mucho más difícil es salir de este. Una vez que el germen de la conspiración comienza a brotar en una mente, sus raíces se apoderarán del entendimiento y ya todo será susceptible de pertenecer a un plan secreto de dominación mundial, engranajes infinitos y sutiles que trituran las buenas causas, los buenos proyectos, las buenas intenciones, sometiéndolos a intereses oscuros que hacen todo lo posible por desprestigiar a las pocas personas que se atreven a ver las cosas como realmente son.

3. Los exquisitos: 

Aristócratas del buen gusto, sibaritas de la información, lectores de meñique levantado. Su inteligencia privilegiada se ofende lo mismo si se habla seriamente de una trivialidad que si se trata trivialmente un tema serio. Su gusto primorosamente refinado encuentra repugnante paladear los sabores groseros del atrevimiento y la posibilidad. Lo severo de sus estándares provoca tantos bostezos como amonestaciones, mismas que expresan con la esperanza de que algún día el gusto mundano enderece el camino y se avergüence, siquiera una vez, de tamaña mediocridad. 

4. Enfermos de literalidad: 

Lamentamos sentidamente que ahora haya tantas personas enfermas de literalidad, impedidas para entender la metáfora arriesgada (y a veces malograda), el sentido figurado, el humor irónico y sarcástico, la liberación que hay en el fracaso. Lamentamos que haya personas incapaces de reír, de permitirse tomar algo a la ligera (empezando por sí mismos), de entender que quizá la existencia misma sea una gran broma (es cierto, demasiado elaborada y por ahora incomprensible) que culminará algún día con una risotada no menos estentórea del universo entero y a la que sin duda terminaremos uniéndonos gustosamente.


Crédito de imagen: Janaka Dharmasena



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